Luna y Sol – Aspectos

Sol conjunción a la Luna
Con la conjunción lo lunar y lo solar se activarán simultáneamente (lo cual no quiere decir que sean conscientes el uno del otro, proximidad no es sinónimo de consciencia). Puede haber una identificación con lo lunar (compañera/madre), o con el lugar del que uno viene (raíces/pertenencia lunar) o en el que uno trabaja. La pertenencia (esposa/madre/trabajo/lugar/grupo de amigos) se convierte en un escudo de protección para mi identidad. El Sol puede quedar “oscurecido” dentro de la Luna y así perder su fuerza, su vitalidad. Con este aspecto es fundamental que el individuo establezca contacto con el Sol, con la necesidad de Ser y que el miedo protector de la Luna no extinga la energía vital del Sol. Es importante que la Luna sepa finalizar sus ciclos nutricios y deje salir al Sol al exterior. Si la Luna no acepta la terminación del ciclo acaba ahogando, intoxicando a la energía solar y corre el peligro de extinguirla.

La conjunción es un aspecto ariano/marciano. El peligro de obscurecimiento es mutuo, el Sol puede también superponerse con fuerza a la receptividad lunar, la sensitividad lunar se orienta exclusivamente hacia uno mismo (Sol). La persona puede ser increíblemente sensible a sus propias necesidades y muy poco o nada a las de los demás. También con la conjunción, la necesidad de libertad e independencia del Sol puede ignorar que está llevando consigo a la Luna en todos sus escapes. Escapa hacia la libertad (Sol-Luna en Acuario, por ejemplo) pero con la Luna pegada a sus talones, o hacia una nueva cotidianeidad o trabajo (Virgo) pero haciéndose acompañar de esta Luna -madre, esposa, etc- . Con la conjunción la identidad se puede perder en los orígenes, la pertenencia, por ejemplo como cuando mencionamos “soy fulano de tal, hijo de, o empleado de o pareja de, o nacido en”.

La conjunción confiere la capacidad de interrelacionar de una manera muy potente consciente e inconsciente. Ambos principios se alimentan mutuamente a veces sin saber muy bien donde empieza el uno y acaba el otro. Uno se convierte en un sembrador de semillas fecundas, el iniciador de ciclos y de vidas. Esta conjunción propicia un sentido de iniciativa que proviene de su poderoso potencial de futuro, de iniciar proyectos vitales que van a seguir un camino de crecimiento hasta su madurez y eclosión. No olvidemos que la conjunción Sol-Luna simboliza el arquetipo fundamental del inicio de todos los ciclos planetarios y por tanto de todo inicio.

Sol en oposición o cuadratura a la Luna
Con estos aspectos uno tiene la impresión de que puede prescindir de lo lunar: puedo vivir solo, sin familia, pareja, sin relaciones de dependencia con los demás. La intimidad no es necesaria y de hecho, me puede resultar irritante. Puedo existir fuera del recinto de seguridad lunar, fuera del confort de lo cíclico, de lo repetitivo, de los hábitos y costumbres.

Sol oposición a la Luna
Especialmente con la oposición, esta diferenciación puede llegar a la polarización: soy el Sol o la Luna. Me identifico con el padre solar o me refugio en la madre lunar, no hay posibilidad de termino medio o de combinación o mezcla de estos principios. Son opciones excluyentes. La oposición parece presentarnos una disyuntiva: me quedo en el mundo de la protección materna o me individuo (salgo del huevo materno/familiar) identificándome con el padre. Si voy hacia afuera me quedo sin la seguridad de dentro. Esta polarización entre identidad y seguridad se suele traducir con el tiempo en una percepción muy vívida de las necesidades de los demás (no de las propias). Uno tiende a polarizar la seguridad/protección/pertenencia como algo que viene “de fuera” o como algo que “los otros” nos demandan. A veces esta sensibilidad hacia las necesidades de los otros puede generar un gran nivel de tensión e indecisión (¿me ocupo de las necesidades del otro, de las que soy perfectamente consciente, o me ocupo de mi crecimiento y expresión personal?). Como sucede con frecuencia con la oposición se establece una dinámica de exclusión mutua que se expresa como un “o tú o yo” con el tú siendo frecuentemente la Luna (las necesidades de los otros) y el yo el Sol (el mandato de ser quien soy, de manifestar mi identidad y propósito vital).

La oposición Sol-Luna puede manifestarse como una naturaleza competitiva, y dada a la polémica. La vida de estas personas se desarrolla entretejida de disyuntivas radicalmente opuestas, polarizadas que requieren mucha comprensión y trabajo personal para su integración. A través de estos enfrentamientos, que sin embargo implican altos niveles de estrés y tensión en una batalla constante contra el adversario, un proceso de mayor autocomprensión se va desarrollando, el adversario deja de serlo a medida que nos damos cuenta de que se trata sobre todo de una lucha interna.

Con la oposición podemos proyectar sobre el otro nuestras propias necesidades y tratar de satisfacerlas en el otro en vez de en nosotros mismos. Así por ejemplo le daremos al otro el tipo de ayuda y confort que necesitamos nosotros (no la otra persona, que en realidad ignoramos, la utilizamos simplemente para proyectar sobre ella nuestras propias necesidades y engañarnos de esta manera). Esta oposición requiere un trabajo consciente para darse cuenta de que los cuidados y atenciones que nos negamos a nosotros mismo se los estamos ofreciendo al otro (pareja, amiga, colega, etc.). Podemos descubrir a través de las necesidades que -erróneamente- percibimos en el otro las nuestras propias y pasar a atenderlas en nosotros mismos. Así de paso podremos realizar un acercamiento más equilibrado hacia el otro, percibir sus necesidades reales en vez de proyectar sobre el/ella las nuestras.

La oposición implica que uno investiga su naturaleza y comportamiento interno a través de las reacciones que uno provoca en otras personas y en los eventos que suceden a su alrededor. Uno capta su inconsciente reflejado en el consciente externo, es decir, en los otros. Los otros nos reflejan nuestro lado oculto, lunar. Obtener conocimiento de los hechos, o realidad consciente, es el camino para confiar en su subconsciente, su intuición y instintos. En su madurez, este aspecto nos enseña a equilibrar lo consciente solar basado en hechos y percepciones “objetivas” con lo inconsciente o subconsciente y los misterios de la Luna que nos reflejan los otros.

Sol en cuadratura a la Luna
En la cuadratura se repite la dinámica de la oposición, pero sin la sensación de polarización: la seguridad (Luna) ocurre de todas maneras, uno no puede despegarse de ella o proyectarla como en la oposición, pero aparece como ruido de fondo, una interferencia continua: “ya conseguí mi seguridad, pero la vivo como un ruido molesto, como gracias a esta seguridad ya he madurado como individuo y puedo ser yo, me voy, la dejo detrás de mi, en el pasado o en otro lugar y así me libero de este pegajoso ruido lunar”. Con la cuadratura la seguridad y pertenencia lunares se presentan como un invitado indeseado, está ahí, pero creemos que no le hemos llamado, que no la necesitamos. La persona va a entrar en en una dinámica de “abandono de la zona de seguridad”, va a creer que ya ha crecido lo suficiente (Sol) como para no necesitar la presencia protectora de la “mamá Luna”. Uno siente que la seguridad que se ha ido construyendo en torno suyo (como si fuera algo ajeno a uno mismo) le asfixia, le impide crecer más. Esta seguridad puede ser una relación de pareja, un trabajo, un grupo de amigos, en definitiva cualquier situación de pertenencia y envolvimiento emocional. De repente necesitamos irnos, abandonar esa seguridad asfixiante, repetitiva, falta de estímulo y volver a empezar “fuera del huevo”. O podemos permanecer en el huevo lunar pero con la sensación de haber perdido para siempre nuestra capacidad de ser nosotros mismos.

La trampa de la cuadratura (y también de la semicuadratura o sesquicuadratura) es que uno se dice: “me iré a otra tierra, no necesito de estos amigos/pareja/familia..” pero llegado al nuevo empleo/ ciudad/ pareja uno se encuentra tras un cierto tiempo con que ha creado un nuevo entorno afectivo que me permite nutrir mi identidad en la nueva posición (que ya no está ligada a la antigua pertenencia, pero que necesita una nueva para poder sobrevivir).

Con la cuadratura la necesidad de brillar como individuo entra en conflicto aparente con la de encontrar seguridad emocional. Lo que uno quiere ser y hacer a menudo se ve comprometido por presiones emocionales y viceversa, como si el corazón y la cabeza fueran por distintos caminos.

Por ejemplo un Sol en Aries en cuadratura con la Luna en Cáncer se dice: me iré de aquí, abandono a mi familia que no hace más que ponerme impedimentos y chantajes emocionales para que no me realice como individuo, por ejemplo a través de mi trabajo. Pero al poco de llegar a nuevo trabajo comienza salir a comer con los compañeros, a conocer a sus familias, a establecer relaciones de intimidad emocional, pronto se hace “adoptar” por ellos y de nuevo se ve “encerrado” en una nueva familia. Y este Sol en Aries, finalmente se da cuenta de que necesita ese espacio familiar para crecer, para sentirse seguro. Acepta la aparente paradoja de que para “ser libre” necesita tener una zona de seguridad y pertenencia familiar. La ilusión egoica de “incompatibilidad” entre libertad de iniciativa ariana y pertenencia emocional canceriana se desvanece y deja paso a una exótica combinación de energías que permiten que la individuación ariana tenga lugar en un espacio protector canceriano.

La cuadratura y la oposición nos van a presentar el dilema de no poder aceptar nuestra identidad afectiva, de proyectarla sobre otros (o sobre una situación externa), pero a fuerza de vivir esta tensión, esta división muchas veces dolorosa entre lo que somos y lo que necesitamos, una grieta se va abrir en nuestro ego y la posibilidad de realizar el trabajo de integración personal (de la Luna como proveedora de vínculos que nos alimenten de identidad y de propósito solar y del Sol como fuente de energía e irradiación dentro de ese espacio lunar) va a tener lugar. Este proceso tiene lugar cuando nos damos cuenta de que si queremos ser lo que somos debemos de abrirnos y aceptar con alegría una forma de afecto, de ternura y de pertenencia que quizás nos resulte extraño al principio, pero es el afecto que nos permitirá ser lo que somos, sin él, el proceso de desarrollo identitario y de individuación no tendrán lugar, nuestras vidas carecerán de propósito y la energía vital se extinguirá.

La involución lunar: A veces con la cuadratura y la oposición el Sol puede tener la impresión de que no puede “escaparse” de la Luna y se va a precipitar en un estado de desesperanza, de abandono a lo lunar. El Sol queda dentro del huevo lunar, llega a identificar el Ser solar con el sentir lunar. Corremos el peligro de identificarnos con una figura femenina (madre, esposa, grupo de amigos, entorno familiar o profesional) sin llegar a elaborar una identidad propia. Esta identificación lunar será particularmente intensa cuando nos sentimos asustados, indefensos. Una regresión a la infancia, una vuelta al vientre lunar son reacciones frecuentes en momentos de ansiedad.

EL Sol y la Luna actúan en la carta natal como significadores de los padres. Una cuadratura puede sugerir la percepción de la relación parental como un campo de batalla: nuestros padres interiores parecen estar enzarzados en un conflicto eterno que se traduce en la sensación de que nuestras aspiraciones individuales parecen ser incompatibles con nuestra necesidad de sentirnos seguros.

El Sol en trígono o sextil a la Luna
Estos aspectos facilitan un contacto más fluido entre el Ser vital y el Necesitar emocional. Podemos Ser y al mismo tiempo darnos cuenta de nuestra necesidad de afecto y pertenencia para poder desarrollar y alimentar ese Ser solar. El acercamiento y la relación de intimidad emocional con los otros (familia, pareja, amigos, colegas) no se va a percibir como una opción excluyente del desarrollo personal sino como un elemento coadyuvante del mismo.

Estos aspectos facilitan también la resolución de conflictos y tensiones emocionales ya que podemos concentrar nuestra energía personal (Sol) en buscar una solución a los conflictos, sin que sintamos que estamos poniendo en peligro nuestra identidad y propósito. Esta facilidad para resolver problemas emocionales y relacionales se debe a la comunicación fluida entre consciente e inconsciente, memoria y presente. Especialmente el trígono nos dota de la suficiente confianza personal para compartir con los demás nuestros estados de ánimo y emocionales lo cual favorece unas relaciones sanas y transparentes con las personas con las que tenemos un contacto más cercano.

Ambos aspectos son proclives a la búsqueda de la calma y el equilibrio tanto en su vida personal como en sus relaciones con la familia y las personas próximas. Esta característica es precisamente la causa de uno de los bloqueos más importantes, especialmente en el caso del trígono: la tendencia a estancarnos en relaciones insatisfactorias o destructivas simplemente para mantener una armonía ficticia o para no alterar el equilibrio familiar. De hecho con el sextil puede ser más fácil equilibrar la necesidad de “poner al otro en su sitio” con la de mantener relaciones de contacto emocional y cooperación. En todos los casos ambos aspectos confieren habilidad para llevarse bien con los demás, comunicar emociones y ser capaz de leer las de los demás lo que les lleva a poder cooperar y comprometerse con los demás y trabajar en equipo tanto con la pareja como con la familia , amigos y colegas.

Tanto el trígono como el sextil muestran una infancia más o menos armoniosa (pero eso no quiere decir exenta de tensiones, hay que estudiar todos los demás aspectos de los luminares). El sextil nos permite tratar también con las dificultades emocionales de la vida y crear una base sólida de relación emocional con los demás.